Aveces dicen la verdad

Aquella pesadilla fue mi compañera durante casi todas las noches de mi niñez . El asfixiante guión era siempre el mismo y se repetía hasta el cansancio con detalles que armaban la escena. Una escena perturbadora que, ahora, voy a contar: Me encontraba sola en mi casa, acostada en mi pieza, en la madrugada, tapada hasta la cabeza atenta a los ruidos y siguiendo el ritmo de mi respiración nerviosa. Entonces algo rompía el silencio; era la puerta principal. ¡que susto! Alguien forzaba torpemente la perilla para entrar. Por alguna razón – esas razones que no existen en los sueños – mi mama, no estaba ahí para protegerme.¡Mierda! Lo logró, pudo entrar. El tipo estaba adentro – no sé por qué, pero siempre supe que era un hombre –. Me quedaba sin respiración. Petrificada de horror ante cada pisada del extraño que hacía crujir el piso, abriendo y cerrando puertas, trajinando como buscando algo que yo no podía adivinar. Con el corazón a mil me sentaba en la cama, pensando en que hacer, en como desprenderme del peligro. Pero no había tiempo de pensar, él se acercaba cada vez más a mi pieza, a un metro o menos de donde tiritaban mis huesos. De pronto el silencio. Sus pasos se detenían. Algo estaba pensando . Yo, en un acto incomprensible, me bajaba de mi cama, en puntillas y me acomodaba en el suelo, fingiendo una muerte, realmente, ridícula. Entonces este tipo seguía avanzando , pero más rápido.¡ me escuchó¡ pensaba yo. El clack de mi puerta que se abría me hacía cerrar los ojos rápidamente. Ahí estaba, justo a mi lado. Contemplándome. Él, vivo en su respiración, en su delito. Yo, emulando un bulto inerte a sus pies. Segundos o minutos a mi me parecían horas. Sentía el peso de su mirada y el hedor asqueroso de su presencia. Como queriendo comprobar mi “muerte”, este imbécil me pisaba y movía de lado a lado, . Obviamente yo no reaccionaba. Eso sí, con la cabeza en el suelo, abría nerviosamente uno de mis ojos. Lo único que lograba ver a esa altura eran sus zapatos. Unos zapatos oscuros que a mi me parecían prendas del mismo diablo . Un momento de análisis mutuo , él también me analizaba, seguro y de pronto esos pies retrocedían. Sea lo que sea lo que este tipo buscaba, ya no le interesaba; Abandonaba mi casa dejando atrás un acto incógnito y un falso, y patético, cadáver en pijama... Ahí, justo en ese momento, yo despertaba. Siempre era éste el final: El tipo se iba y yo regresaba digámoslo así a la realidad.
Hace poco , alguien me trato de explicar que quería decir aquel sueño, lo que yo dudaba ya que para mi no era mas que una pesadilla común ,pero si me llamaba mucho la atención que se repitiera tan frecuentemente , bueno la respuesta que me dio fue esta, como en el sueño me fijaba detenidamente en los zapatos del extraño , es decir mi visión se detenía especialmente en la parte baja y según ella, así pasaba en mi vida real , esto fue lo que me dijo, –por alguna razón estas limitando tu visión en la vida , como en el sueño, tu eres tímida y vas por la vida evitando ciertas cosas por miedo. Tuve que admitir que tenia razón ... pero algo cambio desde que supe eso, de hecho, gracias a su comentario, aquel visitante intruso jamás volvió a rondar por mis sueños y me dieron muchas ganas de una vez por todas, explorar más allá de los miedos y mirar por sobre los límites que yo misma me imponía.