Gris retorno

Cuento corto ,sacado de alguna mierda parte de mi cabeza :P

Lorena nunca supo realmente cómo se le ocurrió tal cosa. Lo único claro es que un día cualquiera, en la soledad de su pieza, decidió grabar y, posteriormente, regalar, un video a su madre.

El casette, envuelto en un paquete de papel café, más o menos del porte de un cuaderno y sellado , fue entregado un día nublado en que, ambas, se encontraban a solas. Así lo eligió Lorena.

Y es que su padre no tenía que enterarse de esto. De esta forma, guardando un misterio , le hizo prometer a su madre que, por sobre todas las cosas, guardaría el secreto y no abriría el paquete; al menos no hasta que se cumpliera la fecha firmada en el papel.

Aunque a su madre esto le pareció divertido, Lorena dejó muy en claro que no estaba jugando. A pesar de sus dieciocho años, tenía fija la importancia de aquel video; entendía el peso de recurrir a aquella cinta para dar un mensaje tan personal y, sobre todo, tan definitorio en su fin. Entonces, para asegurarse del cumplimiento de sus condiciones, hizo prometer a su madre por algo fuerte . Algo que bloqueara cualquier presagio de trampa y curiosidad en ella: su familia. Ante tal compromiso, sabía que su madre no podría abatir la prohibición.

Entonces quedó conforme. Entendía que, en aquel video, haría un viaje a un terreno predecible; a una atmósfera fascinante, pero, al mismo tiempo, desconocida, de su propia vida futura. Así, simplemente, se avanzo a las hojas del calendario, el correr del tiempo... al cambio que se vendría.

Y así pasaron los años. Lorena crecía y estructuraba su vida conforme a sus logros y fracasos; incluida la terrible perdida de su padre por una Cáncer fulminante. A sus veintiún años, cuando ya se enfrentaba a su segundo año de universidad, la cercanía del día del video, como ella le llamaba, le hacía odiar esas absurdas promesas adolescentes, tan poco estudiadas en sus repercusiones. Claro, aunque al momento de grabar la cinta tenía otras motivaciones, no podía dejar de arrepentirse.

Eso la tenía respirando un aire pesado y asfixiante, con ese aroma a óxido que tienen las verdades ocultas.- Es una tontera, mamá -Ese video no tiene ningún sentido. Voy a cumplir veintidós años y no pretendo cambiar nada con esa grabación. Yo... yo era una pendeja - concluyó bajando la voz.

- No me vengas con eso ahora, mija – interrumpía su madre, sonriente –. He pasado casi tres años esperando ver ese video y, hoy, no me vas a quitar ese misterio por vergüenza. Por que es verguenza lo que tienes. Tú sabes, mija. Tú sabes que adoro los misterios. Si fuera por mí – vería esa cinta hoy mismo, pero las promesas familiares se respetan. Si tu padre estuviera con nosotros, bueno, aunque nunca supo de esto, pensaría tal vez que es una tontera ... pero esto era nuestro secreto .
Inclinando la cabeza, con el tiempo encima - y viendo la emoción de su madre recordando a su difunto esposo-, Lorena, desistió de tanto intento. Al parecer, pensó, el destino, o lo que fuera, estrellaría su pesada máquina sobre ella. No había caso interponerse.

Lorena no tenía la suficiente valentía para adelantar la colisión. Su madre tendría que enterarse de todo, viendo en video, a una Lorena de dieciocho años, sollozante y débil, relatándole las aventuras extramatrimoniales de su esposo fallecido. Sí, claro, esa era la verdad. Aquella que dejaría atrás la absolución y ese aire de santidad que, el Cáncer, había regalado a la partida de su viejo. Esta verdad, al final, se tornaría un terrible y gris retorno al pasado. Un pasado que, de paso, arrastraría su presente - y tal vez su futuro -, en este viejo video cargado de emociones que la tenía esperando un desenlace pausado.